Matias
by ZiggyWzl
Esta es una historia real, le sucedio al amigo de un amigo. Matías es un murciélago al que le gusta hacer actividades en la noche. Matías no es un murciélago ordinario, a él le gusta jugar partidas en línea por muchas horas, desde que se oculta el sol y no se detiene hasta que amanece.
Hora tras hora va conquistando mapas, capturando tesoros, ganando puntos de experiencia y subiendo de nivel. Sin embargo lo que no sube es su energía, y al llegar la madrugada debe volver a la realidad con obligaciones y quehaceres de la vida cotidiana para los cuales ya se encuentra muy agotado tras utilizar toda su vitalidad en mundos de fantasía.
Al llegar al instituto, siempre le recordamos a Matías lo importante que es descansar, usar la noche para dormir y recuperarse, pero él simplemente nos dice que prefiere invertir su tiempo en librar batallas épicas antes de malgastar su tiempo en dormir. Matías se jacta de lograr descansar en el transporte público, que esas horas muertas entre su casa y el instituto las ocupa para una rápida siesta.
Matías estaba explorando los reinos encantados que, tras largas batallas, había por fin arrebatado a MisterMaster, su némesis en el juego, momento en el cual su alarma empezó a sonar. Como era de anticiparse, no era para despertar, sino que le indicaba que debía detener su partida, guardar y tomar su bolso para ir al instituto.
El murciélago bostezó, tomando un asiento al final del bus y se dispuso a dormir durante el trayecto a su centro de estudios. Aquella noche había sido larga, planeando estrategias de ataque culminando con una batalla electrizante. Matías miró su reloj, cerró sus ojos y se dispuso a dormir al final del bus que lentamente cruzaba la ciudad, sentía que merecía su descanso, después de todo había sido una campaña exitosa y había conseguido arrebatar armas y equipamiento legendarios a MisterMaster, junto con una cuantiosa cantidad de oro.
La profunda siesta de Matías se interrumpió de golpe, una inesperada sacudida lo hizo despertar en su asiento. Había estado tan emocionado pensando en todo lo que había ganado durante la noche que había olvidado de activar la alarma para despertar unos minutos antes de llegar a su destino.
Matías se encontró en un bus completamente vacío, en silencio, detenido en medio de un lúgubre lugar envuelto en una densa niebla. Entre sus brazos estaba su bolso del cual prendía una nota que decía “Tú acabaste con mi aventura, ahora yo te dejo que disfrutes la tuya en la vida real. MisterMaster”. Matías miró por la ventana, densos árboles cubrían la luz del sol, dando una tenebrosa apariencia a aquel lugar. Olía a humedad y madera en descomposición. Matías tanteó sus bolsillos, revisó su bolso y sus bolsillos una vez más. Sólo una cosa faltaba, algo vital para él. Su teléfono. El murciélago buscó bajo los asientos, recordaba haberlo tenido entre sus manos antes de sucumbir al sueño, y tenía la esperanza que estuviera en el suelo, pero para su desgracia ahí no estaba. Agitado salió del vehículo, no sin antes percatarse que al arriba del asiento vacío del chofer estaba la identificación del conductor, un documento antiguo ya amarillo por el tiempo y una fotografía desvanecida irreconocible, pero el nombre aún se leía claramente. Mitchel Maister. Alarmado, Matías bajó de un salto, enterrando sus pies en frío y denso fango. A su alrededor el zumbido de mosquitos era incesante y el hedor de la ciénaga saturaba su nariz y su boca.
Por noches había dominado y conquistado humedales y olvidados pantanos en reinos virtuales, ahora estaba en medio de uno real, sin teléfono y sin saber dónde ir. El crujir de podridas ramas caídas bajo sus pies, raíces abrazando sus tobillos, insectos rondando sus oídos y sobre todo esa pestilencia le arrancaban arcadas.
Haciendo lo único que podía hacer empezó a caminar abriéndose paso en la ciénaga por el fango, apartando insectos y ramas hasta que tras una larga caminata el suelo bajo sus pies empezó a tomar firmeza, los densos árboles dieron paso a un pastizal y el ruido de vehículos le indicaron que se acerba a una carretera, donde clavado en medio del plano terreno sobresalía una estaca en la cual estaba colgando de una bolsa su teléfono con nota similar a la en su bolso, esta decía “Sólo tomo lo que es mío, más una compensación, por su puesto”. Rápidamente revisó su cuenta utilizando la aplicación en su teléfono, y tal como se lo temía su personaje había sido saqueado. Arrastrando los pies se fue acercando a la carretera donde finalmente logró encontrar alguien que le ofreció un aventón para acercarlo a la ciudad.
Esto es una historia real, le ocurrió al amigo de un amigo, Matías. Él ya no juega más en línea, ahora prefiere desconectarse y jugar en forma más tradicional con una tabla ouija hasta que sale el sol.